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El origen de Villena es algo complejo.
La primera información que se tiene de ella es del tratado de los musulmanes con Teodomiro en el año 713: en este tratado se menciona una ciudad de nombre Blntia, que pasó a llamarse Bilyana a partir del S. XI y que desembocó en el nombre actual.
La conquista de Villena a manos de los cristianos sucedió en el año 1240 y estuvo dirigida por el comendador de Alcañiz en nombre de Jaime I y de la Corona de Aragón. El primer Señor de la ciudad fue el Infante Don Manuel, hermano menor de Alfonso X "El Sabio" y yerno de Jaime I. Villena fue Señorío, Ducado, Principado y finalmente Marquesado y su extensión era tal, que abarcaba las provincias de Albacete, Alicante, Valencia, Cuenca, Almería y Murcia.
Villena estuvo en manos castellanas hasta el S. XIX. Apoyó a Felipe V en la famosa Batalla de Almansa en el año 1707 y eso le valió el título de "Muy noble, muy leal y fidelísima". Los vestigios más antiguos hallados en su término municipal se remontan al Paleolítico Medio, hace aproximadamente 50.000 años. Desde entonces, tanto la Prehistoria como la Historia están extensamente representadas en cada uno de sus momentos. La Prehistoria está marcada por la originalidad de yacimientos como la "Casa de Lara" (representante del Neolítico) y el "Cabezo Redondo" (perteneciente a la Edad del Bronce). La continuidad del proceso humano está constatada por la presencia de yacimientos ibéricos y villas romanas repartidas por todo el término. Villena ha visto pasar por sus calles íberos, romanos, visigodos y musulmanes. Según las fuentes escritas que se han conservado, el aspecto general de la ciudad antes de la Conquista cristiana debió ser esplendoroso: jardines en los que el agua de la antigua Laguna y de numerosos manantiales jugaría un papel predominante. En el área urbana los viajeros verían sus construcciones más sobresalientes, como el "Castillos de la Atalaya" y la mezquita situada en la Iglesia de Santa María. La imagen urbana de Villena a finales del siglo XVIII es la de una ciudad abierta que ya no tenía murallas, insertada en el camino del desarrollo con el paso del ferrocarril que unía Alicante y Madrid y creciendo con el signo de los tiempos.
Y es aquí cuando la ciudad volverá sus ojos a la historia al incorporarse definitivamente a la provincia de Alicante en 1836. El desarrollo actual de la ciudad ha propiciado que Villena sea una ciudad dinámica dotada de una infraestructura cultural y de servicios propia de una ciudad moderna; sirvan como ejemplo el magnifico Pabellón Deportivo Cubierto, el Polígono Industrial, la Casa de la Cultura, el Teatro Chapí, sus museos y otras muchas manifestaciones de toda índole que se desprenden de la lectura de las páginas siguientes.

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