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En mis tiempos mozos, andábamos siempre de un lado para otro, jugando y haciendo trastadas, recuerdo “el floreal” de San Blas, así lo llamábamos, un reducto casi selvático envuelto entre palmeras y cañas con sus ranas y todo. A veces no se podía entrar por lo frondoso del carrizal o porque el manantial que brotaba en aquel paraje, y que corría buscando el barranco de Benalua, inundaba todo el lugar y se convertía en un barrizal y claro luego las madres se ponían como basiliscos ya que en aquel tiempo no habían mágicos detergentes oxi-accion… Recuerdo que cruzábamos el barranco de San Agustín y nos lanzábamos como balas con las bicis por “la cuesta de los limoneros”, hoy Gran Vía… Cerca del floreal pasaba el canal siempre con agua y se adentraba por la loma debajo del colegio Nazareth para volver a salir por el Montoto en dirección al Garbinet y a la conocida Travesía del Canal, por las Mil Viviendas, mas de una vez algún chiquillo caía al intentar saltarlo y le tocaba a algún mayor lanzarse al rescate, Para reponer fuerzas, y según la temporada le dábamos una pequeña poda a algún frutal, naranjas, mandarinas, higos, manzanas o granadas, hasta limones oiga y a las malas un puñado de almendras en la finca de la condesa de Rabassa junto a la montaña del huevo y la del esparto. Ya estudiando en el Instituto de San Blas salimos en manifestación para evitar que los camiones de hormigón vaciaran sus cubas en el solar del Floreal… y lo conseguimos. Pero ya olía aquello a gato encerrado, el solar, que no se sabe si era propiedad de “la finca Rabassa” o lo habían cedido al contiguo colegio Altozano estaba ya como en medio y lo peor para “ellos” es que aquel manantial no se agotaba… Así pues desde hace unos años, fue vallado y cada pocas horas llegaba un camión-cuba de una empresa de construcción a chupar el escueto hilo de agua que seguía manando de esa fuente. Hoy han colocado las flamantes banderas que anuncian la crónica de una muerte anunciada, un conocido magnate valenciano del ladrillo (buen amigo por cierto de Rafa, Rita, Luis, Enrique…) ha marcado el terreno como propio, y las maquinas han entrado a saco, de momento las palmeras siguen vivas y el hilillo de agua sigue en sus trece, como advirtiendo que no respetará ni garajes ni trasteros, pero eso no importa, lo primero es antes y luego ya se verá… Una de las palmeras es múltiple, vamos un árbol monumental, de las pocas que quedan en Alicante con esa edad y varios troncos de una misma base y debería protegerse. Pero mucho me temo que el gato sigue encerrado y que cuesta mas dinero trasplantarlas que arrancarlas y tirarlas a la basura, como tantas otras, como la de la Vía Parque hace un par de meses… Hoy siguen en pie, mañana ya veremos, claro que luego habrá que perdonarles, porque el señor Juan Soler no entiende de Palmeras, ni de “manantiales urbanos” donde jugaban cuatro mocosos, solo entiende de Mestallas, de ladrillos y de fallas. Nos encomendaremos a la Cheperudeta y que visca Valencia

2 Comments:

  1. Juan José said...
    Impresionante como siempre, jesús.
    Yo iba por ahí hace muchos años, cuando era novio de mi mujer. Paseábamos los domingos por la tarde cargados de pipas, rodeábamos la Montaña del Huevo y salíamos allí. Por entonces no estaba la gran Vía y los Maristas y la Florida estaba separados por un terreno de campo casi inexpugnable para nosotros. Ahora todo son pisos, avenidas y mierda de especulación consentida por nuestros políticos.
    Gracias por recordárnolo
    Alfredo said...
    Madre mia, yo veia ese riachuelo brotar todos los días al ir a Maristas. Descanse en paz......

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