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Gabriella Erzsébet nace en una de las familias más antiguas y adineradas de Transilvania. Fue hija de György Báthory y Anna Báthory. Entre sus familiares se encontraban personajes poderosos: un cardenal, varios príncipes y su primo Zsigmond Báthory que fue Gran Príncipe de Transilvania.
Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed. Como era corriente en la época, a los once años fue prometida al Conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld, quien le doblaba la edad. Un año después, la enviaron a vivir en el castillo de los Nádasdy, para que fuera conociendo a su nueva familia. Nunca hizo buenas migas con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory hacía valer el rango superior de su apellido con una frecuencia que la enojaba. A los trece años se quedó embarazada de uno de sus sirvientes. El muchacho fue castrado y arrojado a los perros, e Isabel enviada a otro remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé. A diferencia de la mayoría de mujeres (y hombres) de su tiempo, Isabel había recibido una buena educación y su cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era excepcional, "hablaba perfectamente el húngaro, latín y alemán, mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir.
A los 15 años, en 1575, casó con Ferenc, que entonces contaba 26 años de edad. El joven Conde no se pasaba mucho por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a su enemigos sin compasión), lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría".
Ferenc y Erzsébet apenas se veían debido a las actividades guerreras del primero, así que no fue hasta 1585 (diez años después de su matrimonio) cuando la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katherina. Finalmente, en 1598, alumbró a su único hijo, Pál. En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Erzsébet, que contaba 44 años. Es aquí cuando comienzan sus supuestos crímenes.
Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Isabel, se merecían. Esto dejó a Erzsébet en una situación peculiar.
Señora feudal, es por esta época que empiezan a escucharse rumores de que algo muy siniestro ocurre en el castillo de Čachtice. A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes (es curioso observar el paralelismo con Juana de Arco, acusada igualmente de brujería cuando su poder político se consideró peligroso para el sistema establecido).
Según investigaciones, hallaron en el castillo numerosas muchachas torturadas en distintos estados de desangrado, y un montón de cadáveres por los alrededores. En 1612 se inició un juicio en Bitcse. János Ujváry, el mayordomo, testificó que en su presencia se había asesinado como mínimo a 37 mujeres solteras de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo. La acusación se concentró en los asesinatos de jóvenes nobles, pues los de las siervas carecían de importancia.
En la sentencia todos fueron declarados culpables, unos de brujería, otros de asesinato y los demás de cooperación. Todos los seguidores de Elisabeth, excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; éste fue el destino de su colaborador Ficzkó. A las brujas Dorottya, Ilona y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo "por haberlos empapado en sangre de cristianos y las quemaron vivas. Erzsi Majorova, una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue ejecutada. Katarina Beneczky, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Isabel, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, si bien con cien latigazos en el cuerpo. Pero la Ley impedía que Isabel, una noble, fuese procesada. Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en su mazmorra, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan solo un pequeño orificio para pasar la comida. Finalmente el Rey Mátyás II pidió su cabeza por las jóvenes aristócratas que supuestamente habían muerto a sus manos, pero su primo el Gran Príncipe de Transilvania le convenció para que retrasara el cumplimiento de la sentencia de por vida. Así es que la condenaron a una muerta lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban algunos desperdicios como comida y un poco de agua. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar palabra.

3 Comments:

  1. Anónimo said...
    Teneis que ir a ver la obra de la condesa bathory: "bathory contra la 613" en la sala Liberte de madrid. Es buenisima. Creo que la ponen los fines de semana sólo.
    Es cojonuda
    Anónimo said...
    Es en la sala Liberarte, perdón, y la ponen viernes sabado y domingo a las 9. que da una semana
    Anónimo said...
    Hay una página interesante sobre la condesa Bathory en http://webs.ono.com/maleficivm/bathory.html

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