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Hasta finales del siglo XIX, no existía en la zona de La Marina más que caminos de herradura que no permitían el paso de estos “lujosos” carruajes de la época.
El difícil Collado de Calpe y sobre todo los túneles y puente del Mascarat impidieron hasta 1890 el paso de carruajes de cierto porte por estas tierras.
A pesar de que el último de los túneles se abre el día 3 de Marzo de 1869, las numerosas dificultades que entrañaba la construcción del puente del Mascarat (cuya tromba de agua que a continuación citamos casi se lo lleva por delante en Junio de 1877), hizo que el contratista de la carretera don Joaquín Thous pudiera abrirla al poco transito de aquellos días. La construcción de esta vía significó para la comarca el comercio de mercancías con una cierta fluidez. Hay que tener en cuenta que hasta entonces sólo se disponía de un camino vecinal desde Alicante hasta Altea, finalizado en 1862 y, “casi no existía movimiento terrestre, ni de viajeros ni de mercancías, toda vez que los transportes a cargo de los arrieros se verificaban generalmente a lomo” Desde 1889 el transito aumentó espectacularmente así como el número de carros dedicado al transporte profesional. Como muestra, en Altea con sólo 2 carros censados en 1862 llegó a disponer de 23 en 1889.
Sin embargo, como hemos dicho, llegó la riada 1877.
Apenas existen noticias de aquel terrible suceso del 28 de Junio, excepto la solicitud de Joaquin Thous al Gobierno Civil de Alicante para que pagaran los gastos a su "carretera". La descripción de los mismos y sus efectos es algo extensa (aunque me he permitido el lujo de hacer pequeños recortes inútiles), pero supone un magnifico escrito histórico de una zona alicantina anclada en el pasado: “El repentino temporal de aguas que descargo en los días 28 y 29 últimos, en los montes denominados Collado de Rates, Bernia, Olta y Serrella ocasionó la avenida mayor conocida en el barranco del Mascarat, causando por consiguiente daños en las obras de mucha -muchísima- cuantía: En el termino de Altea, han sido destruidas y embrosadas completamente las cunetas y paseos, aristas y demás perfilamentos que se hallaban en perfecto estado. En los terraplenes de la Oya de la Palaciera, barranco del Moneder, Oya de Cabot, barranco de la Galera y barranco de Gualda ha ocurrido corrimientos de importancia, tanto que de las seis banquetas que se hallaban construidas sobre el terraplén de acompañamiento del puente del Moneder, solo ha quedado una. La angosta, difícil y agreste situación del gran puente del Mascarat, hace imposible evitar catástrofes, puesto que la topografía y lo escabroso del terreno no permite otra cosa entre dos laderas de roca dura, casi verticales de 300 metros de altura, inaccesibles. No es posible el más insignificante trabajo sin estar vigilados los contornos, evitando en cuanto cabe hasta los movimientos de las aves de rapiña que anidan en aquellos riscos, pues el menor objeto que se desprenda de tan gran altura, basta para causar la muerte a algunos de los operarios que se ocupan en tan importante obra situada en aquel abismo. El puente tiene en algunos puntos solo un metro de ancho a una altura de 20 metros próximamente, sin vislumbrarse ni siquiera el horizonte. Cuando menos se piensa con un sol abrasador en la costa, descarga sobre dichas montañas un nubarrón, y de improviso la inundación en dicho barranco no da lugar tan solo a salvar la vida; cuando menos las herramientas de la empresa y demás efectos y materiales indispensables para el trabajo. Desgraciadamente, en esta ocasión, la avenida ha sido la más extraordinaria de las conocidas, así que el molinete construido ex profeso ha sido arrastrado por las aguas apareciendo ahora en el centro del lecho del barranco, con la mayor parte de sus piezas rotas. Es un milagro que la fuerza incalculable de las aguas reunidas en tan gran cantidad no lo hubiera arrastrado tal vez hasta el mar destryendolo por completo. También ha sido destrozada y desaparecidos un gran numero de piezas de una grúa, donde nunca pudo pensarse ofreciera peligro. Un muro de mampostería ha sido derribado desapareciendo todo el material del que se componía, así como también el pedraplen de la citada explanada.
Así mismo, ha quedado completamente destruido el camino provisional que comprende todo el trayecto desde el puente al camino antiguo de Altea a Calpe, y que servia para conducción de arena, agua y demás materiales, no pudiendo construirse en otra parte.
El que suscribe ha sufrido daños en los trozos de su contrata, por valor que se calcula de once mil pesetas. En los desmontes de la Oya del Cocentari, venta de la Chata, Pinar de abajo, venta del Oli, y desmonte de Juana, se han verificado desprendimientos importantes y corrimientos en los taludes, cuyo volumen es también considerable. Así mismo en casi toda la línea del barranco del Pou Roig ha destruido el agua todos los pasos, y socavado unos puntos y embrosado en otros casi todas las cunetas, habiendo arrastrado en partes el firme, tanto la primera como la segunda capa, dejando la caja de la vía descubierta, y limpia de piedra por completo.
El que suscribe ha sufrido daños en los trozos de su contrata, por valor que se calcula de cinco mil pesetas.
Dichas descripciones eran facilitadas a los Ayuntamientos de Calpe y Altea por Gobierno Civil para su inspección, a los efectos de indemnización de las perdidas al contratista por fuerza mayor.
Como hemos dicho, el valor de este documento no sólo es histórico, sino también geográfico porque relata cómo era la zona de La Marina hace 125 años.

1 Comment:

  1. Andrés Ortolá said...
    Copiado de http://historiadecalp.net
    de Andrés Ortolá Tomás

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