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EL PANTANO DE RELLEU

El sureste de España tiene el privilegio de ser considerado la cuna del modelo de presa moderna, como lo demuestran los ocho pantanos, construidos durante los siglos XVI al XVII. Si bien se desconoce la fecha exacta del inicio de la construcción del Pantano de Relleu, la gestación de la presa comienza ya en tiempos de Felipe III, siendo en 1630 cuando el Síndico de Villajoyosa expone ante Felipe IV, la necesidad de la construcción de una pantano a “legua y media en el término de Relleu” en el impresionante desfiladero que el río Amadorio ha creado al cruzar la Sierra de Fasamai.
El embalse de Tibi, era tomado como ejemplo a seguir. La solicitud oficial fue remitida el 10 de Octubre de ese mismo año al Marques de los Vélez, Virrey de Valencia, para que informara al Rey en Real Audiencia. Tanto, el Conde de Fuentes, Señor de Relleu y Luís de Cardona, Administrador de la Encomienda de Roseta, manifestaron su oposición al proyecto, siendo descartadas sus alegaciones.
Después de varios proyectos técnicos y sanitarios (una de las alegaciones en contra era el temor a brotes de paludismo por el agua estancada), Felipe IV otorgó el Real Privilegio en Aranjuez el 8 de Mayo de 1653 para su levantamiento.
El pantano se terminó bajo el reinado de Carlos III. Se realizó pensado en grandes periodos de sequía y en grandes avenidas o riadas, por lo que se proyectó con una técnica revolucionaria hasta la fecha. Si bien los pantanos de Tibi y Almansa ya fueron innovadores en su día con la presa de gravedad-arco, el de Relleu fue el prototipo de la presa-bóveda, de estilo más depurado y grosor uniforme que aumenta su estabilidad y esbeltez, concepto no superado hasta 1830, con la construcción de la presa de Zola (Navarra). Durante todo el tiempo que estuvo en funcionamiento, no pararon los litigios, enfrentamientos y sabotajes entre Villajoyosa (propietaria) y Relleu (donde se asentaba). Hay un documento en 1790 que denuncia la rotura de la reja del brocal de cubo de la presa, que llenaron de piedras y tierra, impidiendo el paso del agua. Al igual que el de Tibi, su mayor problema fue el mantenimiento por soterramiento del fondo por los sedimentos, que forzaron para aumentar su capacidad a la elevación de la presa hasta los 31,85 metros, siendo esos pocos metros que añadieron en 1879, lo único que hoy queda visible de la presa.
Posteriormente, en 1902 se proyectó elevarla a los 44 metros, pero no se hizo y a partir de l930, fue cayendo en desuso y con la construcción de la presa del Amadorio en 1947, quedo relegado a lo que es hoy: un ejemplo admirable de técnica y tenacidad de un pueblo, realizado con el trabajo de mucha gente en condiciones extremas por la lucha contra su falta de agua. Podemos visitarlo, cogiendo la carretera que desde la entrada de Relleu indica “Pantano de Relleu”. A 3 km, justo en la última bajada después de una curva a derecha y cogiendo el camino que nace a la izquierda, dejaremos el coche y desde ahí andando en 15 minutos llegaremos a la pared del pantano. Subiremos a la presa por la izquierda por una escaleritas excavadas en la roca.
A partir de aquí, empieza un espectacular barranco-desfiladero que hay que sortear con técnicas de rápel y traje de neopreno en invierno que en unas tres horas nos llevara hasta la confluencia con el río Sella, ya en la cola del pantano de Amadorio.
Este Barranco se llamas de las Ranas.

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