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LA INVISIBILIDAD

Escuchar conversaciones sin que nadie se dé cuenta, ver sin ser visto, rescatar personas en peligro, hacer justicia sin que nadie se entere.
¡Son tantas las cosas que se pueden lograr siendo "transparente"!
Por eso, debe ser uno de los temas más recurrentes en libros y películas de ciencia ficción.
Probablemente el primer hombre invisible de la historia haya sido el doctor Griffin, personaje creado por el prolífico H.G. Wells allá por el año 1896, donde un científico, tras descubrir y probar en sí mismo una droga que lo convierte en un ser invisible, enloquece y termina muriendo víctima de su propia imprudencia. ¿Cómo puede volverse invisible un objeto?
La luz es la única responsable de que seamos capaces de ver o de no ver el mundo que nos rodea. Cuando la luz llega a la superficie de un objeto, es reflejada hacia delante. Esa reflexión es lo que hace que "veamos" el objeto.
Por lo tanto, para hacer algo invisible tenemos que conseguir que el objeto en cuestión (por ejemplo, nosotros) no refleje la luz que le llega. Coged un vaso lleno de agua e introducid en él un trozo de vidrio incoloro. ¿A que no lo vemos? Ya hemos conseguido la invisibilidad. Sin embargo, hacer lo mismo con un cuerpo cualquiera o, más aún, con un ser humano parece estar más allá de nuestro alcance científico actual.
¿Cómo se puede conseguir que la sangre, el estómago, el hígado, el pelo, la piel, desaparezcan de nuestra óptica?
Por ahora, eso es imposible.
Para colmo, tenemos que añadir otro problema: si fuésemos invisibles, nuestras pupilas también lo serían, por lo que la luz pasaría de largo por ellas y nuestros ojos no serían capaces de mandar la información al cerebro. En otras palabras: seríamos ciegos.
Aunque el precio de la invisibilidad completa es alto, siempre hay algún resquicio para la esperanza. Investigadores de la universidad de Pennsylvania han desarrollado un recubrimiento que puede hacer prácticamente invisibles los objetos. Este recubrimiento tiene la propiedad de transportar unas ondas llamadas plasmones, (capaces de canalizar la luz incidente sobre el objeto y volver a reemitirla posteriormente) de forma que todo sucede como si la luz hubiese atravesado el objeto y los cuerpos que estuviesen situados detrás del mismo aparecen frente a él, haciéndole parecer transparente o, lo que es lo mismo, invisible a todos los efectos. Sin embargo, hay una pega. Los objetos impregnados con el don de la invisibilidad han de ser extraordinariamente pequeños.
Existe una vieja ley de la Física (ley de Wien) que afirma que cualquier objeto, por el simple hecho de encontrarse a una determinada temperatura, emite radiación electromagnética de una cierta longitud de onda que varía justamente en relación inversa con la temperatura. Esto tiene como consecuencia que el cuerpo humano (o el de los animales) emite radiación preferentemente en el rango infrarrojo, es decir, que el calor que emite nuestro cuerpo es prácticamente radiación infrarroja.
Y esto es un problema añadido si quisiéramos ser invisibles porque, aunque fuésemos transparentes en el rango visible del espectro, siempre nos podrían detectar con un visor térmico de radiación infrarroja.
FOTOS 1 y 3: Jessica Alba (¿algún problema?) Todos agradecemos que esta chica No sea invisible.
FOTOS 2 y 4: ¿Qué más da teniendo a la Alba?

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