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La devoción de los alicantinos hacia la Santa Faz viene del 17 de marzo de 1489, fecha del primer milagro conocido.
La Reliquia había llegado a la Parroquia de San Juan en manos del Padre Mena, a quien en Roma se la entregó un Cardenal agradecido por las atenciones que le ofreció el citado sacerdote durante una visita que aquel realizó a Alicante. Pedro Mena la depositó en un cofre, junto con otros objetos de culto, pensando que se trataba de lo que aparentaba: un lienzo de gasa de finísimo algodón en el que se pintó el rostro de Cristo para realizar con él un cuadro. Sin embargo, en cada ocasión en que abría el cofre para sacar esos objetos, hallaba el lienzo en la parte superior, y no en el fondo, donde siempre quedaba. Enterados los vecinos de tal prodigio, solicitaron sacar el lienzo en procesión de rogativa para pedir la lluvia en tiempos de una larga sequía. Caminando en dirección a la ermita de Los Angeles, a la altura del Barranco de Lloixa, el sacerdote que portaba el lienzo sintió un gran peso, y una lágrima surgió del ojo derecho del rostro pintado en el lienzo. Tras el suceso, se decidió aplazar la Rogativa hasta la semana siguiente. El 25 de marzo de 1489, tal multitud se congregó en la ermita de Los Angeles que la Eucaristía debió celebrarse al exterior. En el momento de impartir la bendición con la Reliquia, Fray Benito de Valencia, que la portaba, se elevó junto al lienzo del que se extendieron en el cielo tres imágenes de la Santa Faz, momento en que una fina lluvia ponía fin a la sequía. Desde entonces, el Monasterio de la Santa Faz ha sido lugar de peregrinaciones desde todos los confines de España siendo numerosos los Reyes y Jefes de Estado que han orado en el Templo. La festividad de la Santa Faz es en Alicante un acontecimiento anual del que no se sustrae prácticamente ninguno de sus vecinos.

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