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BENIDOLEIG, cuya etimología en árabe significa "tribu de los Doleig", fue en principio una alquería árabe de las muchas que se instalaron en el valle del río Girona bajo la protección de la ciudad de Dénia. Tras su conquista por Jaime I, la población fue donada a Sancho Pina hasta que acabó siendo adscrita al marquesado do Dénia.
Cuando en 1609 se produjo en España la expulsión de los moriscos (campesinos de origen y fe islámica), Benidoleig sufrió la despoblación y la ruina del campo hasta que en 1611 fueron repobladas sus ricas tierras por los mallorquines, pasando a ser baronía en 1620.
Hasta 1802 dependió administrativamente de Orba y poco tiempo después de adquirir su autonomía municipal, se acometieron obras de reforma de la iglesia parroquial dedicada a la Santísima Sangre de Cristo.
Benidoleig celebra sus fietas mayores a partir del primer jueves de agosto, en honor a Santa Bárbara, la Inmaculada Concepción y la Santísima Sangre. Los actos religiosos transcurren durante tres días seguidos, celebrándose cada día un santo distinto. Por la noche, las populares verbenas y las tradicionales "cordaes" atraen a gente de toda la comarca que se divierten mezclándose con los vecinos del pueblo, veraneantes y residentes extranjeros. Es en estas celebraciones lúdicas donde el caracter eminentemente abierto y festivo de los benidolenses se transmite también a la gente de otros lugares. A lo largo de los cinco dias siguientes a las fiestas patronales, tienen lugar los tradicionales "bous al carrer", una costumbre popular extendida por todas las poblaciones de la Marina Alta. El día de San Vicente Ferrer, el lunes siguiente al lunes de Pascua, es tradicional ir a pasar el día al paraje cercano a la Cueva de las Calaveras, donde mayores y pequeños disfrutan comiendo la "mona". Como buen pueblo mediterráneo, en Benidoleig, hablar de gastronomía es hablar de cultura. La mesa en los restaurantes es un bonito espectáculo donde los platos tradicionales conviven con recetas de cocina internacional. El paladar más exigente y el apetito más voraz verán recompensados sus anhelos con unos platos sabiamente acompañados con los afamados vinos alicantinos. Merece la pena destacar los aperitivos típicos de Benidoleig tales como las albóndigas, el "bull amb ceba", "els capellans torrats" (bacalao asado), "faves bollides" (habas hervidas), pulpo en salsa, "la sangeta amb ceba" (sangre con cebolla) o la bamba con acelgas.
Platos de la mar y de la huerta que podemos disfrutar junto a embutidos como las longanizas, las butifarras o el "blanquet", sin olvidar la sobrasada, reminiscencia de los antiguos colonos mallorquines.

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